En la causa que se tramita en el juzgado federal 2 de Lomas de Zamora, el ex jefe de Operaciones Especiales de la AFI, Alan Ruiz, y la directora del área de Documentación Presidencial durante el gobierno de Mauricio Macri, Susana Martinengo, hablaron sobre la relación con la barra de Boca y en especial con uno de sus líderes.
Si bien siempre se sospechó su vinculación a los servicios de inteligencia dado sus contactos con el submundo del poder, jamás lo habían relacionado directamente en la Justicia con el mundo de los espías. Pues bien, esa situación cambió: en la causa por espionaje ilegal que se tramita en el juzgado federal 2 de Lomas de Zamora, el ex jefe de Operaciones Especiales de la AFI, Alan Ruiz, y la directora del área de Documentación Presidencial durante el gobierno de Mauricio Macri hablaron sobre la relación de La Doce con los servicios en general y la de Di Zeo con los agentes en particular. Lo que además le puede traer un dolor de cabeza en el mundo barrabrava, ya que muchos desconfían si ciertas causas donde se involucraba a rivales de la tribuna o a propios que querían disputarle el poder, no se generaron a partir de éstas relaciones peligrosas.
La declaración de Susana Martinengo es concluyente: la ex funcionaria macrista aseguró que cuando estaba trabajando para lanzar su candidatura a diputada por Cambiemos en La Matanza fue a una base de la AFI en Mataderos (NdR: departamento por fuera de la estructura orgánica que quedaba sobre la calle Pilar) y allí los espías Leandro Araque y Jorge Sáez le presentaron al líder de La Doce, quien le podía aportar estructura y movilizar gente para la causa. “Yo ya me había visto con alguien de la Uocra y también del sindicato de vendedores ambulantes. Pero me dijeron que había que ganar la primera y tercera sección electoral y fui a ver a los chicos que eran mis amigos (por los espías) a ese departamento. Ahí me dijeron que venía Di Zeo, al que no conocía pero tenía relación con ellos. Le conté mi proyecto, que también estaba trabajando para la candidatura de Alejandro Finocchiaro (por entonces ministro de Educación) como intendente y él me dijo que me iba a ayudar, que me podía pasar gente. Esto habrá sido por 2018 o 2019. Di Zeo era un personaje, me pareció divertido conocerlo y tenía modos muy correctos de hablar. Pero yo no era amiga de él, ni siquiera voy a la cancha: los que se relacionaban con Di Zeo eran los chicos, Araque y Sáez”.
Alguien podría suponer que Di Zeo fue convocado para esa única misión por los servicios. Pero no parece haber sido así. Esa base de la AFI estaba en una propiedad que le pertenecía a otra agente imputada por espionaje ilegal, Mercedes Funes Silva. Su abogado, José Vera, le confirmó a Infobae que su cliente sabía que el barra de Boca era asiduo concurrente.
Por otro lado, la propia historia de Di Zeo avala la relación con el submundo de los Maxwell Smart argentinos: a mediados de la década del 90 era vox populi que trabajaba para la SIDE y hasta hubo encuentros en La Rioja con el ex presidente Carlos Menem y algunos funcionarios de aquella dependencia. Tiempo más tarde, el barra arrepentido Carlos Amenedo le contó al juez Bergés la relación de La Doce con los servicios y otro barra reconoció en la revista Gente que habían sido contratados para infiltrar una movilización y producir incidentes. “Fue en 2003. Vino un ministro a la Bombonera y le dio 20.000 pesos a Rafa para que nos llevara a 100 a hacer lío a una marcha piquetera por un conflicto de la empresa Brukman. Nos ganamos 40 pesos cada uno”, afirmó. Cuando en una entrevista de la BBC le preguntaron a Di Zeo cuán cierto era todo esto respondió: “Muchas veces trabajamos con otros miembros de La Doce para cuestiones políticas”.
Con múltiples denuncias sólo terminó en prisión cuando por televisión para todo el mundo agredió salvajemente con otros barras de Boca a hinchas de Chacarita en un amistoso en La Bombonera en marzo de 1999. Ahora aún tiene dos causas en proceso: una por presunto encubrimiento de un secuestro extorsivo y la otra, la más complicada de todas, como instigador de la llamada masacre del Bajo Flores, cuando en 2013 estalló en las inmediaciones del Nuevo Gasómetro la interna de la barra de Boca y hubo dos muertos y un sugestivo hombre dando indicaciones en moto, con el casco puesto, que la Justicia cree que pudo haber sido él. Pero Rafa, dicen en su círculo, descansa tranquilo. Si bien este proceso ya tiene designado Tribunal Oral (será el número 13), cada vez que lo asalta alguna duda sobre su futuro le pega una mirada a su agenda telefónica repleta de números de dirigentes políticos, deportivos, policías y espías, y retoma el plácido sueño de seguir siendo el jefe de la barra de Boca.
FUENTE: «INFOBAE».