LA OBESIDAD, UNA ENFERMEDAD: VIVIR CON EL PESO DE LA MIRADA AJENA

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la obesidad como una cantidad anormal o excesiva de grasa acumulada que presenta un riesgo a la salud de la persona. Y las cifras de la enfermedad que no para de crecer en todo el mundo hablan por sí solas: casi mil millones de personas vivían con obesidad en 2020, es decir, una de cada siete personas, y las estimaciones aseguran que el número trepará hasta los 1.900 millones en 2035. Esto es, casi una de cada cuatro personas.

Si de obesidad infantil hablamos, las previsiones suponen que casi 400 millones de niños de todo el mundo padecerán obesidad en 2035. Es decir, casi uno de cada cinco niños, lo que significa que la enfermedad aumentará entre los más chicos más de un 100% de 2020 a 2035 (del 10% al 20% de esa población).

A su vez, la obesidad es una enfermedad que ocasiona otras más de 200 patologías, como cardiopatías, diabetes tipo 2, hipertensión, apneas de sueño, hígado graso, y algunos tipos de cáncer por mencionar algunas.

En este contexto, un nuevo Día Mundial de la Obesidad, fecha que se conmemora hoy, nos encuentra inmersos en el contrasentido de vivir en una sociedad gordofóbica. “Una mayoría con sobrepeso es discriminada por una minoría que no lo tiene. Hay una falacia respecto de la supuesta normalidad en la que se basa la infraestructura de las ciudades, los talles de ropa y los estereotipos de belleza”. Así comenzó a analizar para Infobae la médica especializada en Endocrinología y Obesidad Ana María Cappelletti (MN 76523). Cómo es, para sus pacientes, vivir en la sociedad actual.

En opinión de la integrante de los grupos de trabajo de obesidad y de cirugía bariátrica de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) y directora de posgrados en la Universidad Favaloro, “la mirada social juzga a las personas con obesidad, que a la vez padecen su propio juicio moral. La culpa acompaña a las personas que no pueden bajar de peso o sostenerse en sus tratamientos”.

Y tras enfatizar que “la obesidad es una enfermedad y no es culpa de quien la padece ni la consecuencia de la mera falta de voluntad”, Cappelletti señaló que “la estigmatización puede tener consecuencias como la depresión, baja autoestima, mala imagen corporal, evitación del ejercicio, más obesidad y riesgo de trastornos alimentarios”.

Para ella, “la gordofobia atenta contra la salud mental, pues la discriminación y el rechazo social genera en las personas con obesidad rechazo contra sí mismas y contra su cuerpo. Los desórdenes alimenticios como el trastorno por atracón son consecuencias alarmantes de la gordofobia, sobre todo en mujeres”.

De un tiempo a esta parte se popularizó la idea de que las dietas tienen un final, pero que lo que realmente “da resultado” si de combatir la obesidad se trata son los cambios de hábitos sostenidos en el tiempo.

“El principal problema es que la obesidad es una enfermedad crónica y las dietas son un cambio en la alimentación que tienen un principio, un fin y son muy difíciles de sostener -analizó Busnelli-. El paciente comienza con ellas y se ilusiona, elige un plan espectacular, cree que lo va a poder hacer y lamentablemente al no estar adaptado ni a su forma de comer, estilo de vida, economía, tiempos ni trabajo, se hace insostenible y lo terminan dejando de lado”. Además, para ella, “la restricción alimentaria genera todo lo contrario, por lo tanto, los pacientes que tienen exceso de peso necesitan cambios a largo plazo”.

Consultada sobre por qué suele decirse que las dietas no son la salida a esta problemática, Cappelletti consideró que “en principio porque las dietas restrictivas son insostenibles en el tiempo. No se puede vivir ‘a dieta’ y las personas con obesidad muchas veces son las que más dietas hicieron a lo largo de su vida”.

“Las dietas rígidas se siguen hasta que se rompen y no ayudan a trabajar para la mejora del comportamiento alimentario. No es cierto que durante un período de dieta extrema se aprende a la moderación y se logran hábitos saludables -insistió-. No tienen en cuenta la individualidad de las personas y en general prometen resultados mágicos. Algunas dietas de moda producen rápido descenso de peso y eso se traduce en el disparador de mecanismos compensatorios, neurohormonales, que llevan al ahorro energético y al aumento de deseo de comer con la consecuente reganancia de peso. Cada intento genera frustración y algunos kilos de más. El concepto debe ser mucho más amplio, hacia un estilo de vida activo y una alimentación saludable, higiene del sueño y un reforzamiento interno positivo a través de la terapia conductual y técnicas de relajación, según cada persona”.

FUENTE: INFOBAE.