El caso de Fernando Báez Sosa tomó repercusión no solo por la brutalidad con la que fue asesinado sino también por la presión de los medios masivos de comunicación. Otro de los ingredientes fue la aparición de la figura de Fernando Burlando que a contracara de la farándula, demostró una vez más la aptitud y actitud frente a la causa, de principio a fin. Pero más allá de la serie de acontecimientos que surgieron como “casualidades”, la trascendencia de este caso que marcó un antes y un después en la justicia argentina, tiene que ver con la figura de Fernando, un joven que tenía sueños a largo plazo y que además de ser hijo, novio y estudiante, era un humano que se preocupaba por el prójimo. La historia recordará el caso como la lucha del bien contra el poder, o la presión social a las competencias de los jueces. Sea como sea, el termómetro sociológico no paró de ascender desde hace 3 años y 18 días.
En diálogo con la Profesora en Ciencias de la Educación, Carolina Vaccaro, LA MAÑANA DE VERANO se interiorizó en el impacto social del caso. “Desde mi rol como docente de los profesorados, una de las materias que enseño es “Sociología”, porque buscamos constantemente trabajar con el sujeto y partir de su educación. Nosotros siempre hacemos un ejercicio para entrar al tema: ¿nos adaptamos, construimos o vivimos la sociedad? Desde ahí partimos para describir a la educación. Desde mi sentido común y lo que es la realidad, la interacción y convivencia con otros, para nada está bien lo que hicieron los chicos; solo puedo opinar desde esa óptica y no desde legal porque en lo personal, todos deberían tener condena. ¿Cómo construyeron ellos su realidad social?”, señaló.
“Una de las funciones de la sociología es ver estos casos desde dónde sucedió, quiénes estaban o qué hicieron. Nosotros aún en Bella Vista vivimos en la proximidad, pero creo que son distintas culturas respecto a Buenos Aires y ahí está el punto. Nosotros debemos mirar los hechos sociales como por ejemplo las peleas a la salida del boliche o del carnaval y desde ahí ver que el rol de la familia es muy importante. Desde el núcleo familiar adoptaremos nuestra visión y cómo tomamos los patrones, siempre estamos a la expectativa de qué pensará el otro. Debemos mirar el rol de familia no “añorando” como era antes sino ver cómo es el rol porque vivimos en una sociedad cada vez más violenta”, dijo.
En la misma línea, Vaccaro opinó sobre la repetición de patrones, las conductas y la relación de hijos con padres. “No es por ahí decir que los padres de los chicos que asesinaron a Fernando “hicieron mal”, sino ver la relación que tenían con sus hijos. El deporte rugby no incita a la violencia, sí podría ser la forma en la que se juega o se enfrentan, es violento pero no creo que “ese” deporte le enseñe a las personas a ser violentas. La violencia pasa por otro lado, se creó un imaginario con la concepción del rugby. Yo creo que las personas son una cosa y las personas que practican el deporte, son otras”, explicó.
La docente consideró que todo atraviesa a la educación, tanto la concientización como los vínculos intrafamiliares. “Todo el tiempo los miramos y decimos “no tienen futuro” pero el juicio nos permitió ver que hay otro tipo de chicos que ayudan, contribuyen. No es que con el veredicto se cambiará todo, es un proceso que entre todos debemos construir, yo por ejemplo en mi rol de educadora y los medios. No creo que sea inmediato, es trabajar día a día”, culminó.