¿CUÁNDO VA A TERMINAR LA PANDEMIA DEL CORONAVIRUS Y QUÉ PASARÁ DESPUÉS?

Si luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001 el mundo se concentró en el anti terrorismo, acaso luego del COVID-19 la atención pase a la salud púbica. Mientras tanto, algunas claves definirán cómo serán los meses próximos, que a su vez sentarán la base del día después.

Hace tres meses nadie había escuchado hablar del SARS-CoV-2. Hoy el nuevo coronavirus ha llegado a la mayoría de los países del mundo y causado 492.000 infecciones identificadas (al 26 de marzo, y no se sabe cuántas personas asintomáticas o pre-sintomáticas hay contagiadas), ha hecho colapsar el sistema de salud en países como Italia o España y amenaza los del Reino Unido y los Estados Unidos. Las economías están en caída libre: el Parlamento Europeo debate un plan de rescate de € 750.000 millones y el Congreso estadounidense votó uno de USD 2 billones mientras 3,3 millones de personas —un récord histórico— solicitó ayuda por su desempleo. Los niños dejaron de ir a la escuela, los adultos que pueden trabajan desde las casas, los amigos y las familias se encuentran en videollamadas.

El COVID-19, “ha perturbado la sociedad moderna a una escala que la mayor parte de las personas vivas nunca han visto”, escribió Ed Yong, especialista en ciencia de The Atlantic, en un extenso análisis del futuro inmediato de la pandemia y los escenarios posibles del día después, que mereció la recomendación del ex presidente de los Estados Unidos Barack Obama.

“Una pandemia global de esta magnitud era inevitable”, aseguró. “En los años recientes, cientos de expertos en salud han escrito libros, informes para políticos y columnas de opinión para medios advirtiendo sobre la posibilidad. Bill Gates se lo ha estado diciendo a cualquiera que quisiera escucharlo, incluidos 18 millones de espectadores de su Charla TED”. Al fin, sucedió. Y se trató de un patógeno “más transmisible y mortal que la gripe”, y sobre todo “más silencioso, que se propaga de un huésped a otro durante varios días antes de causar síntomas visibles”. Para contenerlo, subrayó Yong, los países “deben desarrollar un test y usarlo para identificar a las personas infectadas, aislarlas y rastrear a aquellos que tuvieron contacto con ellas”.

1. Cuatro claves para los próximos meses

Las personas que se infectaron hace pocos días probablemente comenzarán a mostrar síntomas ahora y entre ellas algunas necesitarán cuidados intensivos al comienzo de abril. La presión sobre los hospitales —suministros menguantes, mayor cantidad de pacientes cada día, médicos y enfermeros que se contagian— se ha comenzado a ver en Nueva York.

Primero: hace falta producir con urgencia barbijos, guantes y otro equipo de protección personal para los trabajadores de la salud, porque “si ellos no pueden mantenerse sanos, el resto de la respuesta colapsará”. 

Segundo: un despliegue masivo de análisis de COVID-19. Un inconveniente adicional es que para fabricar esos kits hacen falta insumos que escasean, como los hisopos nasofaríngeos en los que se recogen las muestras virales o los reactivos químicos.

Tercero: la distancia social. “Las medidas llevarán un tiempo durante el cual la pandemia se acelerará más allá de la capacidad del sistema de salud o se reducirá a niveles en los que se la pueda contener”, según la capacidad de la población de disminuir el contagio.

Cuarto: la adecuada información al público. Un papel clave de los dirigentes en todos los niveles del gobierno y de la sociedad civil es transmitir mensajes claros durante una crisis

2. Tres escenarios para el final de partida

Incluso una respuesta perfecta no terminaría la pandemia, señaló The Atlantic: “En tanto el virus persista en algún lugar, existe la posibilidad de que un viajero infectado vuelva a encender chispas frescas en los países que ya apagaron sus incendios. Esto ya ha sucedido en China, Singapur y otros países asiáticos que parecieron tener el virus brevemente bajo control”.

En esas condiciones se delinean tres cuadros posibles.

El primero: “Todos los países logran controlar el virus simultáneamente como sucedió en el caso del SARS original en 2003. Dada la extensión de la pandemia de este coronavirus y la gravedad de la situación en muchos lugares, las posibilidades de un control sincrónico a nivel mundial parecen esfumarse”.

El segundo: “El virus hace lo mismo que las pandemias de gripe del pasado: arde en el mundo entero y deja a su paso suficientes sobrevivientes inmunes y finalmente le cuesta encontrar huéspedes viables. Este escenario de ‘inmunidad de manada’ sería rápido, y por lo tanto, tentador. Pero también tendría un costo terrible: el SARS-CoV-2 es más transmisible y mortal que la gripe, y probablemente dejaría detrás muchos millones de cadáveres y un montón de sistemas de salud devastados”.

El tercero: “El mundo mantiene un prolongado juego de las escondidas con el virus, y erradica los brotes que van apareciendo hasta que se pueda producir una vacuna. Esta es la mejor opción, pero también la más lenta y complicada”.

Las consecuencias cuando llegue el día después

Y cuando el COVID-19 comience a menguar, “lo seguirá una segunda pandemia de problemas de salud mental”. La enorme incertidumbre sumada a la restricción de contacto humano es un costo demasiado alto para la psiquis. “Las personas que sufren de ansiedad y angustia o trastorno obsesivo-compulsivo ya están padeciéndolo. A los ancianos, ya excluidos de gran parte de la vida pública, se les pide que se distancien aún más, lo cual profundiza su soledad. Los asiáticos reciben insultos racistas”, enumeró Yong algunas de las manifestaciones que ya se pueden percibir. Se prevee que el día después emergerán muchos incidentes de violencia doméstica y abuso infantil, derivados del hecho de haber tenido que pedir a la gente que se encerrase en hogares inseguros.

FUENTE: «INFOBAE».

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