En una reñida definición, el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se impuso en la primera vuelta de las elecciones presidenciales por 5 puntos al actual jefe de Estado, Jair Bolsonaro, pero no alcanzó el 50% requerido por la ley y habrá ballotage el próximo 30 de octubre. Los resultados sorprendieron ya que prácticamente todas los sondeos daban cuenta de una diferencia mucho más holgada en favor del líder del Partido de los Trabajadores (PT). Varias encuestadoras, incluso, arrojaban una contundente victoria en primera vuelta.
Sin embargo, al término de un conteo agónico que empezó dando a Bolsonaro una ventaja de hasta siete puntos pero que luego se fue reduciendo a cuentagotas, los resultados situaron al expresidente Lula con 48,25% de los votos, frente a 43,10% para el mandatario, con el 99% de los colegios electorales escrutados. Como se esperaba, el resto de los candidatos se ubican muy lejos de los principales aspirantes. Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño, y Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, apenas superan el 4 y 3%, respectivamente. Los otros siete, en tanto, no logran pasar el 1%.
Según Bolsonaro, con un posible regreso de Lula al poder, “los brasileños no ganarán nada y, por el contrario, tendrán mucho que perder”. “Si gana resignarán la libertad religiosa y el respeto por la familia y los valores tradicionales”. Por su parte, el candidato a la presidencia de Brasil, Luiz Ignacio Lula da Silva, aseguró que a partir de este mismo lunes comenzará la campaña para la segunda vuelta del próximo 30 de octubre.
Las principales encuestadoras habían vaticinado una amplia ventaja para Lula desde hacía meses e incluso habían previsto la posibilidad de que el ex presidente ganara ya este domingo sin necesidad de balotaje el 30 de octubre. Sin embargo, Bolsonaro resistió y logró un resultado en el que solo sus partidarios se empeñaban en creer.
Mientras, Lula, que incluso había reservado la emblemática avenida Paulista para celebrar su victoria por todo lo alto en Sao Paulo, tendrá que pelear ahora por cada voto. Bolsonaro, un excapitán del ejército de 67 años, ha centrado su estrategia de campaña en los valores morales (“Dios, patria, familia”), un discurso patriótico y los ataques a su adversario, al que se refiere como el “ladrón” y “expresidiario”.
Mantiene un sólido apoyo entre los evangélicos, que representa un tercio del electorado, el agronegocio y los sectores populares que no perdonan al Partido de los Trabajadores de Lula sus escándalos de corrupción. Por su lado, Lula, de 76 años, contaba con alcanzar ya en primera vuelta una tercera presidencia apoyado en las clases populares, las mujeres y los jóvenes, tras haber gobernado Brasil entre 2003-2010 y haber dejado el poder con un envidiable índice de popularidad.
Pero Lula no ha podido sacudirse a ojos de buena parte de la sociedad la mancha de la corrupción. Fue sentenciado y luego obtuvo la anulación de sus condenas por motivos procesales por el escándalo “Lava Jato” sobre una red de sobornos en la petrolera estatal Petrobras. De ganar en segunda vuelta, Lula promete combatir el hambre en Brasil, sacar al país de su aislamiento diplomático y poner fin a su imagen de “paria” medioambiental, debido a la deforestación masiva de la Amazonía registrada bajo Bolsonaro.
Unos 156 millones de electores también estaban llamados a votar el domingo la Cámara de Diputados, un tercio del Senado y los gobernadores y asambleas legislativas de los 27 estados.
FUENTE: «INFOBAE».