¡FELIZ CUMPLEAÑOS BELLA VISTA!

La historia de Bella Vista comienza alrededor del año 1774. Por aquel entonces, el sitio era denominado San Fernando de Garzas, y permanecía poblado por aborígenes provenientes del Gran Chaco, lo que generó grandes emplazamientos de las fuerzas militares de la provincia para proteger el lugar.

Años después se denominó a estas tierras como La Crucecita, y era utilizado mayormente para amarrar barcos durante las noches, cuando navegar por el Río Paraná se hacía dificultoso. Para 1825, el entonces gobernador de la provincia Brigadier Pedro Ferré ordenó la mensura del lugar y emitió una ley de fundación. Como nunca se encontró el acta fundacional, el historiador Federico Palma da como fecha de fundación el 3 de junio,2​ ya que ese día se comunicó al Congreso de la Provincia la terminación de mensura.

Las condiciones naturales del puerto posibilitaron el atraque de buques de gran calado. Además, contó con una política de fomento en relación a impuestos aduaneros. En 1827 se habilitó el templo bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, cuya imagen era la Virgen de Caá Caraí. La Ley de Inmigrantes de 1830 generó un gran impulso expansivo a partir de la radicación de extranjeros y de una economía agrícola diversificada.

Numerosas guerras civiles, y la invasión de las fuerzas paraguayas de 1865, son algunos de los hechos que marcaron la historia de la ciudad de Bella Vista.

En la actualidad, Bella Vista es un eje principal turístico que fomenta la belleza, la cultura y la economía en diversos sectores.

Cuenta con fiestas Nacionales de gran magnitud, como ser las de la Naranja, la de la Pesca Variada Embarcada con Devolución, Fiesta de la Frutilla, entre otras.

Además, de interés científico posee un Yacimiento Paleontológico, que desemboca en un Museo Paleontológico. Sin contar las innumerables locaciones que hacen a Bella Vista, una ciudad excepcional.

En cuanto a lo natural, está el Parque Cruz de los Milagros, la Playa Municipal, plazas coloridas y llenas de vida que resurgen en los más recónditos lugares.

El bellavistense es ciudadano por esencia, porque se siente identificado con la tierra que lo vio nacer.

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