Hoy se cumplen 207 años desde que se lo adoptó oficialmente. Comparado con la bandera, el himno y la escarapela, su historia está menos divulgada, quizás porque el diseño definitivo del sello que encargó la Asamblea del Año XIII estuvo a cargo de un artesano inca, primo de Tupac Amaru.
La forma del escudo está inspirada en una cabeza vista desde arriba, rodeada por laureles. De la misma forma que ignoramos en qué se inspiró Manuel Belgrano a la hora de crear nuestra enseña patria, el escudo bien podría ser una copia de uno francés de fines del siglo XVIII ; o posiblemente lo habría diseñado un platero altoperuano u otro radicado en Chile. Todos son trozos de los tantos secretos que encierra nuestro Escudo Nacional, que cumple 207 años como sello distintivo de nuestra Nación.
El masón Donado
De los 17 diputados que conformaron la llamada Asamblea del Año XIII, cuyos objetivos era el de declarar la independencia y sancionar una constitución, 10 eran masones. Uno de ellos era Agustín José Donado, un porteño nacido en 1767 que en la histórica asamblea representaba a la provincia de San Luis y que defendía la postura sanmartiniana de declararnos libres e independientes. Fue uno de los motores de la Revolución cuando aún Mayo estaba en los planes de unos pocos y hasta había sido un importante donante de caballos para el Regimiento de Granaderos a Caballo.
Donado fue uno de los congresales que a las 9 de la mañana del domingo 31 de enero de 1813 se reunió en el Fuerte. De ahí, todos se dirigieron a la Catedral para “implorar el auxilio divino”, juraron de dos en dos sobre los Evangelios para finalizar en el lugar donde sesionarían, en el Consulado, que se levantaba en el solar que hoy ocupa el Banco de la Provincia de Buenos Aires, en San Martín y Mitre.
Una de las primeras medidas adoptadas fue el de declarar como libres a los hijos de esclavas, nacidos desde el 31 de enero de ese año. También se suprimieron la mita, el yanaconazgo, el tributo y los títulos de nobleza y se suspendió el juramento al rey Fernando VII.
En las primeras semanas de sesiones, sólo hubo buenos augurios. El 5 de febrero se conoció la victoria de San Martín en San Lorenzo y el 3 de marzo se festejó el triunfo de Manuel Belgrano en Salta. Gobierno e iglesia se hicieron los distraídos y dejaron pasar que era el primer día de la cuaresma: en la plaza se armó un baile de aquellos, y debieron iluminarla porque duró hasta pasadas las 11 de la noche; si bien el 7 hubo un Te Deum, al día siguiente se celebró la victoria de Belgrano con una corrida de toros. Ya habría tiempo para la penitencia para esperar la Pascua.
Se daría el visto bueno a la escarapela, a la bandera, se encargó la composición de una canción patriótica -el himno nacional– y como el gobierno había dispuesto quitar de todas las dependencias oficiales el escudo de armas de Castilla, era necesario reemplazarlo por uno propio, más acorde a los tiempos que se vivían.
Como Donado tenía facilidad para el dibujo y desde 1809 administraba la imprenta de los Niños Expósitos, se le encargó la tarea de diseñar y encargar un sello, que acompañaría, en especial, a toda la papelería oficial.
Al parecer, la persona indicada para hacer ese sello vivía en Buenos Aires. Era Juan de Dios Rivera Tupac Amaru, le decían “el inca” y luego de la derrota de su insurrecto primo se estableció en Córdoba primero, luego en Luján y por último en Buenos Aires. Era un platero al que se le adjudica el único retrato hecho en 1809 a un siempre joven Mariano Moreno.
Descripción
Sería uno de los primeros escudos que tendría América. Posee dos cuerpos, uno superior azur (azul celeste) y otro inferior, plata (blanco). Los antebrazos simbolizan la hermandad de las provincias y el gorro frigio rojo -la libertad- está orientado hacia la izquierda, signo jacobino. Está sobre una pica, que es el compromiso de las provincias de defender esa libertad. El sol, de 16 rayos rectos y flamígeros intercalados, nos habla del nacimiento de una nueva nación. En cuanto a los laureles son la victoria en el logro de la independencia. La cinta, en el extremo inferior, en forma de moño, es símbolo de unión, y sus colores azur y blanco representan la nacionalidad argentina. Alrededor lleva la leyenda: “Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata”.
¿Único o parecido?
Nuestro escudo guarda una curiosa similitud con uno usado como un salvoconducto de un club revolucionario francés, que servía para ingresar a la Asamblea Legislativa que funcionó entre 1791 y 1793. Solo los detalles de mar y olas sobre el azul y el sol, el resto de los elementos concuerdan.
Hay quienes dicen que el autor del diseño fue el propio Donado; otros, Isidro Antonio de Castro, un artista peruano residente por esos años en Chile o hasta el propio tucumano Bernardo Monteagudo.
Lo cierto es que el sol incaico y la borla del gorro frigio -típico accesorio que los indígenas del noroeste llevaban colgando de sus orejeras- son pistas que delatarían que el diseño pertenecería a un altoperuano.
El cuño original era de plata y bronce.
¿Qué tienen las manos?
Por 1943, el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública recibió una nota que sorprendió a los funcionarios. Un tal doctor Jorge C. Taullard ofrecía sus servicios y ponía a disposición un trabajo que había realizado en el que había estudiado tanto anatómica, como radiológica y artísticamente las manos del escudo. Aseguraba que había que modificarlas, ya que habían sido maltratadas por artistas y escultores. “A un gobierno como el actual que traza principios, corresponde el toque de atención”, advertía.
Taullard, profesor de Anatomía y Fisiología, cirujano de la Asistencia Pública, especializado en plástica y estética, y hasta escultor, ya había hecho un pedido similar, sin suerte, al gobierno anterior. Fue la Academia Nacional de la Historia quien cerró la cuestión, agradeciendo la colaboración de este preocupado profesional. A partir del Decreto 10.302 aquel símbolo que había aprobado la histórica asamblea como sello oficial, era oficialmente adoptado como “representación del escudo argentino”.
En mayo de 1813, se suprimió de la papelería oficial la leyenda “Valga para el reinado del señor don Fernando VII para el bienio de 1812 y 1813” y fue reemplazado por “Valga por los años 4 y 5 de la libertad”. Los que vendrían. Que no serían menos azarosos que los pasados.
FUENTE: «INFOBAE».