MASIVO BANDERAZO DEL #17A

El oficialismo descalificó la protesta y cometió el error de no debatir políticamente. Además, adjudicó a Juntos por el Cambio una capacidad de convocatoria y organización de la que carece. Ahora, endurecería su posición y se espera una mayor tensión política.

Masividad y visible extensión territorial. El nuevo banderazo superó por mucho los capítulos previos del 20 de Junio y del 9 de Julio. Y expuso un elemento potente entre algunos otros que debería anotar el Gobierno si supera el escalón del enojo: colocó en primer plano el rechazo a la ofensiva judicial del oficialismo. A eso añadió la constatación de errores propios frente a lo que se venía venir: evitó el debate político, apeló como única estrategia al temor por el coronavirus y adjudicó a la oposición semejante poder de convocatoria y movilización. La protesta no sólo trascendió largamente los apoyos y guiños de referentes de Juntos por el Cambio, sino que además le plantea un desafío con forma de interrogante hacia su propio interior.

La señal previa a las manifestaciones fue dada por Alberto Fernández, en el homenaje a San Martín, con un llamado formal a la unidad nacional, pero acompañado por comparaciones históricas que siempre resultan forzadas y por una nueva y dura carga contra la gestión macrista. La reacción posterior resultó aún menos comprensible. Otra vuelta de tuerca sobre el temor por la cuestión sanitaria, a cargo de Santiago Cafiero, y peor aún, la consideración de la protesta como un reacción tardía de resentimiento opositor por haber perdido las elecciones del año pasado.

El problema no son sólo las palabras de malestar, sino lo que expresan a futuro como reflejo político frente a una movilización que se extendió por horas alrededor del Obelisco, que fue masiva también en grandes ciudades de todo el país y que se hizo sentir en barrios del Gran Buenos Aires. Todo indica que en lugar de repensar su plan político, lo profundizará.

Dos ejemplos del Senado: será formalizado un rechazo duro a la jueza que dispuso frenar la revisión de los casos de jueces trasladados en la etapa macrista, y se avanzará a paso firme con el proyecto de reforma judicial. Esa iniciativa completará la etapa de exposiciones en plenario de comisiones, para producir dictamen con firmas oficialistas y pasar sin demoras al recinto. Después, Sergio Massa deberá ver cómo enfrenta el rechazo abierto de JxC y su intención de frenar la iniciativa. Se verá cuánto pesan las imágenes del banderazo.

La única ventaja en este punto sería también generada por el oficialismo como reacción. En lugar de explotar el consenso inicial por la cuarentena o el trato con los acreedores externos para convocar a algún tipo de acuerdo político –que podría haber amplificado las tensiones domésticas de la oposición-, el Presidente decidió avanzar con la jugada judicial. Eso mismo, favoreció el cierre de filas en JxC. Si se quiere, un punto de sintonía en medio del desafío que supone la masiva expresión callejera de ayer.

FUENTE: «INFOBAE».

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