El Credit Suisse conservó y lucró con miles de millones de dólares de clientes de altísimo riesgo de todo el planeta durante décadas, según surge de una nueva filtración global, que muestran que manejó esos fondos a pesar de las promesas que emitió durante los últimos veinte años de que erradicaría el dinero sucio o de origen dudoso de sus bóvedas.
Los clientes más controversiales del Credit Suisse incluyen a personas condenadas por la Justicia, dictadores, espías, entidades sancionadas y políticos multimillonarios. En muchos casos, el banco debería haberse dado cuenta –en ocasiones con una sencilla búsqueda en Google– de los antecedentes problemáticos o delictivos de esos individuos. Pero igual operó con ellos.
Funcionarios acusados de saquear la riqueza petrolera de Venezuela y de acelerar el hundimiento del país en la crisis humanitaria. Un jefe de espías de Yemen implicado en torturas. O los hijos de uno de los hombres fuertes de Azerbaiyán, que gobierna un territorio montañoso como si fuera su feudo privado. Todos ellos vienen de distintos rincones del planeta, están vinculados con regímenes autoritarios y corruptos, y se han enriquecido de maneras diferentes. Pero hay algo que les une: dónde guardaban su dinero.
Por encima de sus relojes de lujo, sus montañas nevadas y su excelente chocolate, Suiza es sobre todo conocida por el secretismo de su sector bancario. Y en el corazón de esa industria está el Credit Suisse, que a lo largo de sus 170 años de historia se ha convertido en una de las más importantes instituciones financieras del mundo.
Pero su éxito tiene su lado oscuro, como revela “Suisse Secrets”, una investigación internacional encabezada por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung y el centro de investigación Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), y de la que participa LA NACION.
Documentos filtrados, obtenidos por los periodistas, identifican a miles de clientes extranjeros –entre ellos, argentinos– que ocultaron su dinero en Credit Suisse. Los registros distan mucho de ser una lista completa de los clientes de la entidad, pero brindan una visión reveladora de lo que esconde la cortina del secreto bancario suizo.
Un total de 163 periodistas pertenecientes a 48 medios pasaron meses revisando los datos e identificaron que docenas de cuentas pertenecían a políticos corruptos, delincuentes condenados, investigados por la justicia, espías, dictadores y otros personajes turbios.
El Credit Suisse se comprometió, repetidas veces, a luchar contra los fondos ilícitos, después de una serie de escándalos que estallaron hace dos décadas tras la muerte del dictador nigeriano Sani Abacha. Tras el fallecimiento de Abacha en 1998 se conoció que Credit Suisse ayudó a parte de los miles de millones de dólares que su familia saqueó del país.
En un esfuerzo por aplacar esa revelación, el entonces presidente del banco dijo en 2000 que había “mejorado continuamente los procedimientos de control y su cumplimiento”. Ese mismo año, la entidad se convirtió en miembro fundador del Grupo Wolfsberg, una asociación bancaria internacional creada para frenar los flujos financieros ilícitos. Sin embargo, las promesas de limpieza del Credit Suisse no evitaron que la entidad terminara vinculada a otros casos delictivos.
El Departamento de Justicia y la poderosa Comisión de Finanzas del Senado norteamericano investigan actualmente si el Credit Suisse siguió facilitando la evasión fiscal después de llegar al acuerdo y pagar una multa récord de US$1300 millones en 2014. El presidente del banco en aquel momento, Urs Rohner, admitió errores en su manejo del escándalo de evasión de impuestos, pero le dijo a un canal de televisión suizo que él mismo tenía “las manos limpias”.
FUENTE: LA NACIÓN.