El achaparramiento del maíz, causado por la bacteria Spiroplasma kunkelii, es una enfermedad transmitida por la chicharrita Dalbulus maidis al alimentarse. Afecta principalmente a maíces del norte del país, aunque en la actual campaña se convirtió en un dolor de cabeza en zonas donde antes no era un problema. Su potencial de daño es preocupante: las pérdidas de rendimiento pueden superar el 70%. Martín Galli, Coordinador Técnico de la Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos (AAPPCE), habló en LA MAÑANA DE LA RADIO sobre la problemática. «Es complicado para quien no está en el tema, explicar en qué consiste esta plaga. Lo que vemos es una chicharra muy pequeña que por dentro está infectada por un complejo de cuatro enfermedades que podrían transmitir al maíz. Ante la mínima presencia de estas plagas, uno debería tomar medidas porque o sino no hay vuelta atrás. La chicharra contagia al maíz mediante el aparato bucal y se ve cómo se agrava la situación a medida que madura el cultivo», precisó.
Según datos de la Red de Manejo de Plagas de Aapresid, en 2021/2022 la plaga se concentró en el norte de Santa Fe, norte y este de Santiago del Estero, oeste de Chaco, este de Catamarca, Tucumán, y Salta. «Es una plaga que se ve y ha sido endémica en el país. Últimamente afectaba más al sur del NOA y NEA pero nunca se vio que afecte en la zona centro. Comenzamos a detectar la presencia de la plaga en el mes de noviembre, algo que nunca pasó. Este año tuvimos esa alerta, de ahí comenzamos a trabajar. El centro de la provincia de Santa Fe comenzó a tener y se extendió más al norte. Estimo que las zonas más afectadas son del centro de Santa Fe hacia el norte y se puede decir que en casi todas las producciones de maíz está presente la plaga», comentó.
Una de las claves para el manejo de esta enfermedad, sostiene el documento, es el control del vector, la chicharrita. El período de mayor susceptibilidad del cultivo es en estadíos tempranos (entre V1 y V8), generalmente en maíces tardíos que son los que reciben los picos poblacionales de la plaga. «El cultivo de maíz no va a volver a ser el mismo, las cosas van a cambiar. En Argentina, como no era una problemática, hoy nos encontramos en una situación en la que no tenemos biotolerantes entonces hay que hacerle entender al productor que en el corto plazo podemos modificar la densidad poblacional de las chicharritas y nos tiene que ayudar el clima. La principal estrategia hoy es como hacer un vacío sanitario, hay que dejar sin comer a la chicharrita y que se muera de hambre y frío. Las acciones de manejo comienzan hoy. Sumado a eso, SENASA nos debería dar la mano en permitir los registro de insecticidas que controlen las chicharritas», dijo.