EL HAMBRE QUE NO ESPERA: CRECE LA ASISTENCIA SOCIAL EN COMEDORES

Gustavo Flores, Secretario de Acción Social de Saladas, compartió su perspectiva sobre el trabajo social que se realiza en uno de los barrios más vulnerables de la localidad. En una entrevista para ÑANDE CABLE, Flores destacó la importancia de la labor comunitaria en el Barrio Vélez y otros sectores de la ciudad. «Nos pone contentos trabajar por la gente. El Barrio Vélez es uno de los más vulnerables. Se está trabajando todo el tiempo y no solo acá sino también en otros barrios. Se colabora con los otros comedores que son llevados adelante por distintos vecinos. A todos se les ayuda porque sabemos que la necesidad es grande», comentó el funcionario, subrayando el compromiso del municipio en atender las necesidades básicas de la comunidad.

Flores detalló que aproximadamente entre 50 y 60 familias asisten regularmente a los comedores para llevar sus viandas. «Se hace los miércoles en Vélez Sarsfield y los otros días en los demás comedores. La demanda es cada vez más grande mes a mes, por eso se aumentó el presupuesto. Las puertas del municipio están abiertas», indicó, evidenciando el crecimiento constante de la demanda de asistencia alimentaria en la región.

El informe también destaca un cambio en el apoyo a organizaciones sociales, como «Barrios de Pie», que anteriormente recibían respaldo económico del Estado nacional. Este apoyo se vio interrumpido tras la asunción del nuevo gobierno, una situación que Flores señaló como un desafío adicional en la tarea de asegurar que la ayuda llegue a quienes más la necesitan.

Por otro lado, Marisa Giménez, encargada del comedor del Centro Integrador Comunitario (CIC) de Bella Vista, reflexionó sobre la realidad que enfrentan muchas familias tras la difusión de un informe de UNICEF, que revela que más de 1 millón y medio de niños en Argentina va a dormir sin cenar. «Yo estoy tranquila con lo que hacemos en el comedor porque damos el desayuno y el almuerzo. Si la gente tiene o no para cenar, no sé porque no tengo esa información. Desde acá se da todo lo que se puede. Hay más chicos y gente grande que vienen de la calle. Nosotros tenemos 300 chicos, incluidos adultos», relató Giménez, mostrando su preocupación por la creciente demanda y la limitación de recursos.

Giménez también expresó su frustración ante la situación, destacando que la responsabilidad recae en los adultos y no en los niños que sufren las consecuencias. «Por ahí la culpa la tienen los padres, no los chicos. Es medio difícil tratar de solucionar el problema de todos. Se me cruzan por la cabeza muchas cosas, sé que los chicos tienen necesidad porque vienen acá y se van contentos con sus tuppers», concluyó, reflejando la complejidad de abordar la problemática del hambre infantil en la comunidad.