IMPUESTO A LA RIQUEZA: PODRÍA QUEDAR LEJOS DE ALCANZAR A GRANDES FORTUNAS

El impuesto a la riqueza que quiere aprobar el Frente de Todos con el pretendido objetivo de generar un aporte «de los que más tienen para los que menos tienen» en realidad encierra problemas de aplicación que podrían dejar afuera gran parte de las principales fortunas de empresarios con domicilios fiscales en el extranjero o quienes, pese a estar radicados en la Argentina, tienen su patrimonio en sociedades anónimas del exterior.

Heller habla mientras lee el proyecto, que ya tiene estado parlamentario. «Nosotros no nos estuvimos fijando en ninguna lista», advierte. La propuesta, entonces, alcanzará a todas las personas que hayan tenido que declarar Bienes Personales ante la AFIP a fines de 2019. Es decir, los argentinos que tengan residencia fiscal en el exterior no tendrán que pagar, según el proyecto presentado por el oficialismo. Una diferencia que podría costar miles de millones de pesos entre el objetivo del proyecto y las personas realmente alcanzadas por el gravamen. Y terminar por penalizar a quienes mantuvieron su domicilio fiscal en la Argentina.

Las exenciones y los afectados pueden convertirse en curiosidades. El documento identidad de Nicolás Caputo, definido por el expresidente Mauricio Macri como su hermano de la vida y entrenado inversor en compañías extranjeras, dice que vive en la Argentina. Eso pese a que en más de una conversación privada sostuvo que este país «no le saca más un peso».

Para sorpresa de muchos, su enojo se conducía a los resultados económicos de la gestión anterior, de la que él mismo participó en el armado que llevó a Macri al poder. Si prospera la propuesta de Heller, es probable que Caputo deba volver a pagar y no pueda cumplir con la regla que se autoimpuso.

En la vereda opuesta está Hugo Sigman, cuya historia empresaria comenzó mucho antes de que existiera el kirchnerismo, pero ganó relevancia pública por su cercanía a Cristina Kirchner y el hecho de que una de sus empresas fabricará en el país la vacuna contra el coronavirus.

Sigman vive en Madrid, donde pasa la mayor parte del tiempo, y tiene domicilio español. Se exilió en 1976, después del último golpe militar. Desde afuera creó un laboratorio multinacional que luego trajo a la Argentina. Tan cierto como que nadie puede acusarlo de irse por los impuestos es que nunca volvió a radicarse aquí. Como sea, un referente empresarial del progresismo como Sigman no debería, entonces, pagar este aporte extraordinario, según la definición de Heller.

Aunque piensan distinto en términos políticos, su condición de «extranjeros» es una similitud entre Sigman y Marcos Galperin. El creador de Mercado Libre defendió la gestión de Macri y cuestionó al Frente de Todos, pero le pidió al zar de los laboratorios que le facilitara el armado de una reunión con Alberto Fernández tras su victoria en las elecciones primarias del año pasado.

Galperin se juntó con el Presidente y Mercado Libre adquirió en la pandemia un rol aún más relevante que antes en la economía argentina. Pero su fundador lo mira desde Uruguay, un lugar ya conocido para él, que desde este año se convirtió, además, en su domicilio legal. En términos tributarios, será un caso de ateneo.

Pasar el mediomundo impositivo entre los grandes empresarios arrojará una pesca inferior a la esperada. Sucede que muchas de las fortunas personales alcanzan apenas a superar el mínimo imponible porque los principales activos están en sociedades anónimas. ¿Cómo se aplicaría un impuesto sobre todos estos casos? Es una pregunta que, por ahora, ninguno de los consultados parece tener clara.

FUENTE: DIARIO «LA NACIÓN».

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