MANIOBRAS PARA HACER TAMBALEAR EL JUICIO POR EL PACTO CON IRÁN

Como las piezas de un rompecabezas que encajan sin esfuerzo, una serie de episodios ocurridos el fin de semana largo se convirtieron en funcionales a la defensa de Cristina Kirchner para pedir anular la causa en su contra por la firma del memorándum con Irán. Ese expediente había sido iniciado por el fiscal Alberto Nisman cuatro días antes de morir, en lo que para la Justicia es un asesinato motivado por su trabajo y que ahora está en etapa de juicio oral, sin fecha aún de inicio.

El fin de semana largo, la jueza de la Casación Ana María Figueroa dijo en el programa de radio Toma y daca, en AM750, del Grupo Octubre, que fue presionada por un funcionario del Ministerio de Justicia durante la gestión de Cambiemos para que reabriera la causa del memorándum con Irán. Figueroa no dio nombres propios. Dijo: «Un funcionario que estaba por debajo del exministro de Justicia Germán Garavano entró a mi despacho para presionarme por la causa sobre el memorándum con Irán».

Fue Cristina Kirchner quien le puso el nombre. La vicepresidenta, a través de la red social Twitter, dijo que la jueza se refería a Juan Bautista Mahiques, representante de Cambiemos en el Consejo de la Magistratura. Mahiques, en tanto, negó el «intercambio» y dijo que nunca había entrado al despacho de Figueroa. Kirchner denunció que se trata de una «gravísima denuncia» y que era un «apriete para obtener fallos a la carta».

Trascartón apareció en escena el senador kirchnerista Oscar Parrilli, acusado en la misma causa del memorándum con Irán. Señaló en El Destape Radio, el sitio que desarrolló Roberto Navarro, que con esos datos de Figueroa iba a pedir la nulidad de la causa. «Yo estoy acusado en la causa donde votó Figueroa y voy a pedir la nulidad del fallo porque fue viciada la voluntad de los jueces», dijo el exjefe de los espías durante el kirchnerismo, y especuló: «Si a Figueroa la presionaron es probable que presionaran a los jueces [Gustavo] Hornos y [Mariano] Borinsky, que reabrieron la causa del memorándum con Irán».

Apoyó la idea de Parrilli la procuradora durante el kirchnerismo Alejandra Gils Carbó, que en la misma emisora sostuvo: «No tengo ningún motivo para dudar de Ana María Figueroa».

Figueroa dijo que las presiones ocurrieron en diciembre de 2015, pero en ese año se discutía la constitucionalidad del pacto con Irán por el atentado a la AMIA. Y fue en diciembre de 2016, al año siguiente, cuando se impulsó la reapertura del caso.

Borinsky, Hornos y Figueroa votaron el 29 de diciembre de 2016 por reabrir la denuncia de Nisman y apartar a los jueces Daniel Rafecas -hoy candidato a procurador- y los excamaristas Eduardo Freiler y Jorge Ballesteros. Si este fuera el fallo que firmó «presionada», la jueza se equivocó de fecha o tal vez se equivocó de fallo. No lo aclaró en la entrevista radial.

En medio del aislamiento preventivo por el avance del coronavirus, todos se llevaron tarea para el hogar. La fiscal Fabiana León, a cargo de la causa de los cuadernos de la corrupción, en la que Cristina Kirchner está acusada de liderar una banda que le llevaba bolsos con coimas a su departamento, llenó el baúl de su auto con copias de 160 cuerpos del expediente para ponerle fecha de inicio al juicio.

Pero la defensa tampoco descansa. Cristina Kirchner tuvo en la jueza Figueroa una aliada durante el fin de semana largo, ya que le fue funcional para intentar anular otra de las acusaciones que pesan en su contra.

FUENTE: DIARIO «LA NACIÓN».

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