El equipo Millonario cayó 1 a 0 en La Bombonera, aunque hizo valer la diferencia que logró en el Monumental para jugar el partido decisivo de la Copa Libertadores en Chile. El gol de Hurtado, a diez minutos del final, no le alcanzó al Xeneize para forzar los penales.
River Plate sufrió, pero avanzó a la final de la Copa Libertadores, pese a perder por 1-0 en un intenso partido disputado anoche en La Bombonera. El equipo de Marcelo Gallardo, que estuvo lejos de su mejor versión, hizo valer el 2-0 obtenido en la ida de la serie semifinal, y jugará la final única el 23 de noviembre, contra el vencedor de Flamengo-Gremio.
El venezolano Jan Hurtado marcó el único gol del encuentro para el conjunto de Gustavo Alfaro, que tampoco mostró grandes armas ofensivas, más allá de su buen juego aéreo.
River nuevamente festejó ante su clásico rival, al que venció en la final de la edición pasada. Ahora comenzará a pensar en la final, ante un rival que conocerá hoy tras disputarse en el Maracaná el desquite de la otra semifinal, que de momento está empatada 1-1.
Boca presionó intensamente al equipo dirigido por Marcelo Gallardo en el primer cuarto de hora y no le permitió ejercer su principal virtud: la circulación del balón.
Cumplido ese lapso, el Millonario pareció acomodarse parcialmente a un desarrollo marcado no tanto por la intención por jugar corto, como por los deseos de progresar rápidamente, con envíos directos y salteando la línea media.
Los diálogos futbolísticos, entonces, no abundaron, y después de un intento de Exequiel Palacios que rebotó en un defensor local y salió por el fondo, Boca se aproximó con un tiro libre que terminó con Salvio metiendo la pelota dentro del arco de Armani. Sin embargo, una mano previa de Mas anuló la acción, que el brasileño Sampaio sancionó sin intervención del VAR.
River, pese a la poca injerencia de Ignacio Fernández y Palacios en la gestación, de a poco pareció tomar las riendas del juego, ante un Boca en el que no aparecieron Tevez, Salvio ni Mac Allister para generar juego y en el que, en consecuencia, Abila quedó demasiado aislado.
Los balones detenidos fueron la principal arma para inquietar a un River que se activó únicamente con las apariciones de De La Cruz. Una nueva prueba fue a los 43’, cuando Armani tuvo que rechazar por encima del travesaño una pifia de Enzo Pérez, tras un tiro de esquina desde la derecha.
River pareció administrar aún más en el complemento la ventaja que sacó en el Monumental y sobre el cuarto de hora Alfaro envió al campo de juego a Mauro Zárate y el venezolano Jan Hurtado.
La apuesta le resultó a medias al técnico local, porque Zárate le aportó una pizca de rebeldía, pero apenas durante un pequeño pasaje, porque rápidamente se sumó a la confusión en la que se sumergió su equipo.
A través del balón detenido Boca, finalmente, rompió el cero. Fue a través de un tiro libre que fue bajado de cabeza por Lisandro López, apareciendo por el otro sector Zárate, que le erró, y Hurtado, que se llevó la pelota por delante para el 1-0, a los 35 minutos.
Boca intentó la hazaña y a dos de cumplirse el tiempo reglamentario, estuvo cerca, pero Mas no pudo darle dirección al cabezazo que conectó después de un tiro libre de Zárate.
En ese tramo definitivo fue todo nervios y tensión. Finalmente, River aguantó y extendió la supremacía que ostenta sobre su clásico rival en la era Gallardo.
Una nueva final, la tercera en cinco años, le espera. Boca, al menos, quedará con la sensación de que dejó todo para revertir la serie.